Publico hoy este artículo, en nuestro blog
El Arte de la Comunicación que administramos desde
Markarte (agencia de marketing y comunicacion), un poco largo sí, pero que merece la pena que leamos todos los que nos dedicamos de una forma u otra a la comunicación (escrita, publicitaria, periodística, promocional, corporativa...).
Algunos sectores más convencidos que otros, algunos más flexibles y con mayor facilidad de adaptarse sin traumas, otros más reacios al cambio, más lentos, pero todos sabiendo que tenemos que movernos en este mundillo hacia lo que ya se nos viene.
Cuanto antes nos demos cuenta mucho mejor, desde el
estudiante en periodismo, hasta el gran
profesional reputado y con décadas de experiencia. Si te apasiona tu profesión, sé dinámico, entusiasta y aprende, aprende y aprende.
Lo nuevo ya está aquí.
Los días contados de la prensa española
En diez
años se extinguirán los periódicos tradicionales en España o se volverán
insignificantes en su forma impresa en papel. Lo dice una predicción de Future
Exploration Network compartida por la Asociación de la Prensa de Madrid en sus
redes sociales. Precisamente las redes sociales representan ya la segunda
fuente de información más importante entre los españoles menores de 35 años y
la primera entre los menores de 24 años, según el último
estudio Reuters Digital News Report 2014. La
prensa clásica, los periódicos impresos de las cabeceras que han acompañado a
la democracia española desde la Transición, tienen los días contados.
El año 2014 está siendo un año de cambios
profundos en España. Juan Carlos I, el rey que simbolizó la transición de la
dictadura hacia la democracia, ha dado paso a su hijo Felipe VI para que
simbolice, a su vez, el paso hacia un nuevo futuro. Por otro lado, los
resultados de las pasadas elecciones europeas han confirmado que el sistema de
partidos imperante desde la llegada de la democracia está en entredicho.
También se ha puesto en duda el sistema de organización territorial del Estado
y, sobre todo, se ha puesto fin al optimismo que reinaba en la sociedad acerca
de sus posibilidades de bienestar en el futuro. Hoy mandan el miedo y la incertidumbre.
Pero no son los únicos ejemplos de cambios
en los tiempos recientes tras una generación sin movimientos traumáticos en el
panorama político y social español. En las últimas semanas se han publicado una
serie de datos que avisan sobre el destino de otro actor que ha acompañado a
los españoles a lo largo de la democracia: la prensa española tradicional está enferma y no tiene cura. No es que vaya a morir el periodismo,
pero sí el formato clásico del periódico impreso en papel. Y puede que esta
muerte se lleve con ella a alguna cabecera que nos ha acompañado a lo largo de
las últimas décadas.
La
última década de los periódicos
Un estudio de Future
Exploration Network, una red global de empresas y organizaciones que
tiene el objetivo de prever escenarios de futuro para la toma de decisiones (es
decir, los que analizan y crean las tendencias), asegura que a la prensa tradicional española le
quedan diez años de vida. Al menos en ese tiempo “su formato actual se
volverá insignificante”, afirma. Es decir, en una década se dejará de vender
periódicos en los kioscos.
El caso
de España no es el más inmediato. El cambio revolucionario que se avecina
afectará primero a la prensa anglosajona, siempre a la vanguardia de las
transformaciones. Así, la prensa tradicional de los EEUU pasará a la historia
en fecha tan cercana como 2017 y la del Reino Unido en 2019. En el resto de
Europa se lo tomarán con más calma. La prensa francesa existirá en su forma
impresa hasta 2029 y la alemana hasta 2030. Y los últimos en el mundo en ver un
periódico impreso serán los argentinos en 2039. Esas fechas parecen lejanas,
pero ocurrirá en solamente 25
años.
La
causa de esta muerte del periódico en papel es evidente: Internet. La
revolución que ha provocado la red ha supuesto un cambio en la comunicación
solamente comparable a la aparición de la imprenta hace 500 años. Son inventos
que rompen el mundo concebido hasta ese momento, ya que si la imprenta permitió
multiplicar el número de personas que recibían información, internet rompe el concepto del
espacio y del tiempo porque
permite la distribución de esa información por todo el mundo en cuestión de
segundos.
Esa es
la clave del futuro, según Future Exploration Network. Los periódicos dejarán de ser
estrictamente nacionales para traspasar las fronteras y convertirse en medios
globales, un proceso en el que el papel impreso es un estorbo. Una rémora
para nostálgicos. Solamente los medios que sean capaces de romper las fronteras
y adaptarse sobrevivirán. No porque es tecnológicamente posible, sino porque ya
es una demanda dominante.
Otro
estudio publicado recientemente, el Reuters Digital News
Report 2014, dice que “más del 60 por ciento de los menores de 35 años
emplea como segunda fuente de información las redes sociales”. Es decir, la actual generación adulta ya consume
más información en internet que a través del papel. Y la tendencia va en
aumento, ya que, según señala el mismo estudio, los jóvenes entre 18 y 24 años
prefieren internet incluso por delante de la televisión. El fin del periódico
en papel está servido y que tiemble la televisión a largo plazo.
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Datos
del estudio Reuters Digital News Report 2014.
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Sin
embargo, el fin de un soporte de comunicación no debe significar necesariamente
el fin de la empresa periodística que lo administra. Pero en España la crisis del soporte va
de la mano de la crisis de la empresa editora.
En un análisis del
periodista Carlos Díaz Güell publicado en Zoom News el pasado 22 de junio, el diagnóstico
no puede ser más sombrío: “El escenario de los grupos de comunicación
españoles -rama prensa escrita-, es estremecedor y los últimos resultados conocidos no
permiten albergar demasiadas esperanzas”. Las
causas de este escenario serían, según el periodista, “una considerable
caída de lectores, una descomunal mengua de la tarta publicitaria, un errático
comportamiento del mundo digital y la acumulación de costosos errores cometidos
en el pasado”.
Díaz
Güell destripa los últimos números de las cuentas de las principales empresas
editoras españolas y muestra un panorama inquietante:
· Vocento
(ABC): “Perdió en los tres primeros meses de este año 6,4 millones de
euros, y aunque reduce las pérdidas en 1,3 millones con respecto al mismo
periodo del año pasado, llueve sobre mojado, ya que pese a las mejoras de 2013,
los ingresos de explotación en periódicos se sitúan en 428,6 millones, un 9,6%
menos que en 2012. En definitiva, Vocento tuvo unas pérdidas en 2013 de 15,1
millones de euros, cifra inferior, bien es verdad, a los 53,3 millones del año
anterior”.
· Prisa (El País, Cinco Días, As): “En
2013 registró unas pérdidas de 648,70 millones de euros, lo que supone un
154,4% más que en 2012 y al cierre del último ejercicio, la deuda neta total
ascendía a 3.227 millones de euros, 144 millones más que un año antes”.
· Unedisa (El Mundo,
Expansión, Marca): “El resultado de explotación del grupo fue en 2012 de 32 millones de euros
negativos, y el resultado antes de impuestos registró también unos número rojos
de 69 millones. La pérdida final del grupo editor, registrados los deterioros
de activos por los malos resultados continuados de las distintas cabeceras, se
ha elevado a 511 millones. (…) El 30 de septiembre de 2013 Unedisa presentaba
un resultado de explotación negativo de 7,6 millones, 1,5 millones más que en
el mismo período de 2012, es decir un deterioro del 24 por ciento”.
Millones
de euros de pérdidas para las empresas que tan sólo una década atrás eran los
gigantes españoles de la comunicación, con un poder
inmenso en la creación y gestión de la agenda pública (“agenda setting”
como decía Walter Lippmann) y una
influencia política y económica considerable.
Hoy ese
poder no existe y mucho menos la independencia que otorgaba esa influencia, ya
que las deudas millonarias hacen surgir la pregunta si no son en realidad los
acreedores los que deciden una agenda cada
vez más fugaz, en la que la velocidad y la intensa competencia con los pequeños
medios digitales marcan los tiempos y los tonos de los contenidos. Los grandes
periódicos españoles están en crisis. No solamente en sus números. Son como
gigantes desorientados que tratan de encontrar un hueco en el mundo de la
modernidad líquida” (Zymunt Bauman) en el que lo que cuenta es la flexibilidad
y la incertidumbre.
Un cambio generacional
Hace
cuatro décadas, en los años 70, la prensa vivió otro tiempo de transformación.
El franquismo agonizaba y la democracia comenzaba a asomarse poco a poco. La
prensa escrita (llamada así para diferenciarse de la radio y de la televisión)
era la reina del periodismo, la que marcaba la tendencia. Los periódicos del
franquismo eran antiguos, en estilo, aspecto y contenido. Reflejaban el tiempo
anterior, en el que habían funcionado como correas de transmisión de un régimen
que quería tenerlo todo atado. No eran aptos para ocupar un lugar central en la
futura sociedad democrática española. Por eso, el diario El País, fundado en 1976,
simbolizaba ese cambio inevitable en España que era también cultural, social,
económico y generacional, además de político.
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Primera
portada de El País, 1976.
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En un
reciente laboratorio de periodismo celebrado por la Asociación de la
Prensa de Madrid, el periodista Enric Juliana definió el papel que jugó El País en
esos días. Su rol, crucial, era “la reordenación de la narración en España”.
El País seguía el modelo anglosajón basado en el estilo narrativo objetivo, que
tuvo en el caso Watergate su momento estelar y catapultó a la prensa al
pedestal del llamado cuarto poder”. España
salía de una dictadura que duró una generación, y la que iba a tomar el relevo
necesitaba un nuevo estilo narrativo para contar lo que estaba pasando. El
diario El País supo adoptar ese estilo e implantarlo en España, lo que le valió
una influencia prácticamente hegemónica.
Han
pasado 40 años desde la fundación de El País y, de la misma manera que en los
años 70 la generación joven de entonces quiso hacerse con el mando, una nueva generación pugna hoy por
suceder a sus padres que hicieron la Transición. Vivimos de nuevo días de
cambio, también cultural, social, económico y en cierto modo político. Estos momentos de cambio tienen
también su propio estilo narrativo. En este caso se trata del relato, o
storytelling. Este estilo es consecuencia directa de la era posmoderna en la
que se prima la brevedad, la anécdota y el entretenimiento por encima de la
información.
Hoy los
medios de comunicación no tratan de proporcionar sólo noticias a sus lectores,
sino que aspiran poder competir en el mundo inabarcable de internet en el que
coinciden millones de mensajes al mismo tiempo y que la mente humana
sencillamente no pude asimilar. Vivimos
en un mundo de “sobrecarga de la información”, como escribió Christian
Salmon, autor de la obra de referencia que nos advierte sobre los efectos del
“storytelling”.
Un nuevo estilo para un
nuevo tiempo
Las
personas son convertidas en consumidores que eligen entre millones de mensajes
a los que prestan atención de la misma manera que escogen cualquier otro
producto de consumo. Por eso las técnicas de los medios de comunicación para
atraer a esos consumidores están más cerca del marketing que del periodismo. El storytelling, el relato, es hoy
la piedra angular sobre la que gira el periodismo. Salmon lo describe perfectamente: “Queremos
relatos íntimos, sorpresas, golpes de efecto. Lo último just in time. Sin
tiempos muertos. Emoción en flujo
continuo”. Nada de
periodismo objetivo.
Lejos
queda la época de la crónica periodística que exige al lector que se tome su
tiempo para repasar la actualidad con cierta atención. Este es el estilo que
catapultó a El País al Olimpo del periodismo hace una generación. Hoy sólo se puede aspirar a atrapar
al lector de forma fugaz, y la única manera de conseguirlo es
entreteniéndolo y llamándole la atención con una historia jugosa en Facebook y
en Twitter. Se considera un éxito si pasa del titular y entra a ojear el texto
antes de que pase a la siguiente historia.
La prueba es que se está multiplicando la consulta de información a través de los teléfonos móviles. Como informa la web media-tics.com: “Los smartphones han superado en audiencia a la TV en Estados Unidos. Los ingresos móviles ya representan el 60% del consumo de información en algunos mercados y es el segmento que más crece con diferencia”. Nada menos reposado y tranquilo que la consulta de información a través del móvil, un soporte en el que “la información deberá ofrecerse en capas sucesivas, modulable, escalable. Consultaremos durante unos pocos minutos titulares y resúmenes, luego visionaremos lo que nos interese y navegaremos por diferentes opciones, ampliaciones, referencias, informes, imágenes, ante una amplísima oferta de opciones relacionadas, producidas por la misma editorial o por cualquier otra”, explican en media-tics.com.
Pero la
nueva era de la rapidez a través de internet lo es también de la pérdida de
calidad de la información. Un estudio realizado
por ING recogido por
la web trecebits.com, solamente
el 20% de los periodistas online comprueba los datos de sus artículos antes de
publicarlos. “Al parecer más que la
precisión, se sigue premiando la velocidad”, informa la web. “La mayor parte de
los periodistas señala que incluso llega a publicar cuando ya tiene escrito un
60% del texto que quiere hacer, y después continúa ampliando la información”. Llegar
antes que la competencia, aunque sea equivocándose, para arañar ese minuto de
atención al lector en internet, aunque lo que se escriba no esté contrastado.
“Hoy,
lo que da ganancias es la desenfrenada velocidad de circulación”, escribió Zygmunt Bauman, el
eminente sociólogo que teorizó sobre la llamada “modernidad líquida”. Estamos
viviendo tiempos en los que lo sólido se resquebraja y es inundado por lo
líquido que es, por definición, móvil y constante y tiende a arrasar lo sólido.
Nada se salva de esta modernidad líquida. “Los códigos y conductas que uno
podía elegir como puntos de orientación estables, y por los cuales era posible
guiarse, escasean cada vez más en la actualidad”, advirtió Bauman.
Este
autor citó a otro profundo observador de nuestro tiempo, el sociólogo Ulrich Beck, que ha
acuñado el término “categorías
zombis” e “instituciones zombis” para describir a las que “están muertas y
todavía vivas”: aquellos representantes de otros tiempos más sólidos a los
que la modernidad líquida ha vaciado de contenido o cortado el oxígeno, pero
que se resisten a desaparecer definitivamente.
Tras
acompañarnos durante todas nuestras vidas, a los periódicos españoles
tradicionales les queda sólo una década de vida antes de convertirse en otra
cosa. No sabemos si sus cabeceras sobrevivirán a la transformación.
Sólo lo conseguirán si logran adaptarse a la nueva realidad. Entonces sabremos
si no son ya unos zombis que siguen vivos a pesar de haber muerto.
Fuente original: http://ssociologos.com/2014/07/08/los-dias-contados-de-la-prensa-espanola/